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Con la llegada de la primavera empieza el buen tiempo, por lo que debemos preguntarnos si estamos protegiendo a nuestro perro de la picadura de mosquitos, y en definitiva de la leishmaniosis.

Hay diversas estrategias a la hora de proteger a nuestra mascota:

– La forma más simple de protegerlos es utilizar repelentes (en forma de collar o pipeta). Con el repelente lo que conseguimos es reducir el riesgo de que los mosquitos piquen, pero no previenen al cien por cien, por lo que el peligro de infección de leishmaniosis, aunque es menor, sigue existiendo. En el caso del collar, su duración es de seis meses y hay que mantenerlo siempre limpio para que el producto pueda hacer su función. Las pipetas, en cambio, hay que ponerlas cada mes.

– Otra opción es la vacuna contra la leishmaniosis. A diferencia de los repelentes, la vacuna limita el desarrollo de la enfermedad una vez el parásito se ha introducido en el organismo del perro. Éste es un punto importante ya que la zona donde vivimos es una zona de alta prevalencia y la mayoría de los animales acaban entrando en contacto con la leishmania. La vacuna se puede poner a partir de los seis meses de edad, el primer año se administran tres dosis y después un recordatorio cada año.

– Para los que no os convence la vacuna, existe otro producto alternativo a la vacuna. Actúa potenciando el sistema inmunitario del perro, de manera que si el perro es picado por el mosquito, es más probable que su cuerpo sea capaz de luchar para eliminar el parásito. Es un jarabe que se administra vía oral durante un mes y los siguientes tres meses el animal sigue protegido.
Generalmente, recomendamos utilizar al menos una de las opciones que os hemos presentado. Lo ideal es combinar un repelente con otro producto que sea capaz de actuar en caso que nuestro perro sea picado por el mosquito.

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