INFORMACIÓN GENERAL
Las cobayas son roedores histricomorfos (emparentados con las chinchillas) y procedentes de Sudamérica. Su ancestro silvestre (Cavia aperea) se encuentra en Colombia, Venezuela, Argentina, Brasil, Paraguay y Perú.
Fueron domesticadas por los incas que las criaban como alimento. También han sido muy empleadas como animales de laboratorio. Su reciente popularidad como mascotas se debe a su carácter dócil y a que son relativamente fáciles de cuidar.
Son muy asustadizas. Ante un sobresalto pueden quedarse congeladas o escapar corriendo en estampida. Se adaptan mal a situaciones nuevas como un cambio de alojamiento o una hospitalización.
Su carácter es social, y su calidad de vida es mejor si están en compañía de otras cobayas. No suelen mostrarse agresivas entre si, excepto ocasionalmente los machos enteros, sobretodo si no han crecido juntos.
Emiten gritos agudos y un amplio repertorio de vocalizaciones para expresar temor, alarma o llamar la atención.
Soportan bien el frío pero son muy sensibles a los golpes de calor y no deben exponerse al sol de forma prolongada.
Tienen bastante tendencia a la obesidad. La grasa se acumula en la zona axilar y en el abdomen. En una cobaya obesa los riñones no se pueden palpar.
Las patas anteriores tienen 4 dedos y las posteriores 3. Las uñas suelen crecer demasiado y deben recortarse si es necesario. A veces desarrollan en los cojinetes plantares unas curiosas callosidades largas y curvadas, casi como una uña, que carecen de relevancia clínica.
Los machos poseen abundantes glándulas sebáceas en la piel lumbar y de alrededor del ano, con las que se frotan en los objetos para marcarlos con su olor.
Las cobayas practican la coprofagia como los conejos, pero no producen cecotrofos.
Las cobayas, igual que los humanos, carecen de la encima gulonolactona-oxidasa, necesaria para la síntesis endógena de vitamina C. Por esta razón, necesitan ingerir vitamina C procedente de la dieta.
DETERMINACIÓN DEL SEXO.
En los machos adultos el pene se puede evertir. El escroto no es muy evidente, pero los testículos se palpan con facilidad. Los inmaduros son más difíciles de sexar. La región anogenital de las hembras tiene aspecto de “Y”. Los brazos de la Y son dos surcos entre los cuales se halla el orificio uretral, y la base vertical de la Y va desde la vagina hasta el ano. En los machos la región anogenital tiene aspecto de “i”. En el punto de la i se halla el orificio uretral, y en la base se encuentra el ano.
ALIMENTACIÓN
La dieta de las cobayas debe incluir:
- Heno de gramíneas o de alfalfa ad libitum. Conviene que sea fresco, de buena calidad, y que no sea demasiado seco ni leñoso.
- Verduras ad libitum: col, perejil, acelga, escarola, apio, lechuga, espinacas, diente de león, etc.
- Pienso granulado: un 18-20 % de proteína resulta adecuado para el parto y la lactación. Para el mantenimiento se recomiendan porcentajes de proteína algo menores. El contenido de fibra debe estar entre el 10 y el 16 %. Es preferible un pienso compuesto sólo de granulado, a las mezclas con semillas comercializadas habitualmente. En los adultos se puede optar por racionar el pienso, ofreciendo una cucharada sopera poco colmada por día.
- Se pueden ofrecer hortalizas y frutas en cantidades moderadas. El pan, las semillas y golosinas ricas en hidratos de carbono deben darse, si acaso, en pequeñas cantidades.
La falta de vitamina C en la dieta es un problema muy frecuente en las cobayas.
El aporte de vitamina C debe provenir básicamente de una dieta adecuada con verduras en grandes cantidades. Las verduras de hoja oscura tienen en general un contenido elevado de vitamina C. La adición de vitamina C en el agua de bebida (200-1000 mg/L) puede ser de ayuda, pero se inactiva rápidamente. La recomendación habitual de ofrecer naranja tiene poco sentido pues raramente la consumen en cantidades significativas. La adición de vitamina C en el pienso comercial no es una panacea pues en las condiciones de mantenimiento habituales, el 50% de la vitamina C ya se ha desnaturalizado a los 90 días de la fabricación. Las cobayas establecen de muy jóvenes sus preferencias alimentarias, y de adultas pueden rechazar obstinadamente alimentos desconocidos, incluso un simple cambio de marca de pienso. Cualquier cambio en la alimentación, especialmente añadir verduras a las que una cobaya no esté acostumbrada, debe hacerse paulatinamente.